Por Vanesa Vallejo / elamerican.com
Vendiendo un supuesto paraíso han llevado a muchos a una vida de soledad, de relaciones vacías y desechables, donde la gente no vale y donde el amor ya no tiene lugar.
DESDE SUS INICIOS, el marxismo ha atacado a la familia. Mientras que Marx y Engels hablaban explícitamente de acabar con la institución más importante de la sociedad, hoy el ataque a la familia se hace de manera disimulada, fingiendo que lo que en realidad se busca es la libertad y la felicidad de los individuos.
Marx y Engels escribieron en El Manifiesto Comunista:
“La familia burguesa desaparece por sí misma con la desaparición de su complemento, y ambas desaparecen con la desaparición del capital. ¿Nos echáis en cara el querer abolir la explotación de los niños por sus padres? Confesamos este crimen. ¿Nos echáis en cara el querer abolir las relaciones más queridas, sustituyendo a la educación doméstica con la educación social?”.
Hay tres asuntos fundamentales para entender por qué una familia fuerte es un estorbo para los socialistas:
Los niños
Un adulto educado en valores y con ciertas creencias reforzadas durante su etapa de crecimiento es muy difícil de cambiar. Un niño, en cambio, es moldeable; necesita ser guiado por un adulto para comprender el mundo, y sus hábitos vendrán del ejemplo que vea a diario. Si el socialismo quiere verdaderos militantes, gran parte de la respuesta está en los niños. En hacerlos socialistas desde pequeños.
Los socialistas quieren que el Estado se convierta en el padre de los niños. Hoy vemos en las escuelas a los maestros diciendo: “Si tus padres no te aceptan, entonces ahora yo soy tu madre”. Pero como he dicho antes, esto no es nuevo. Marx tenía claro que era el Estado y no los padres quienes debería educar a los niños.
Hoy en Estados Unidos las escuelas dan a los niños cursos sobre género e información sobre asuntos tan delicados como cambio de sexo, y les ocultan el tema a los padres. El plan para arrebatar a los niños de sus padres está bastante avanzado y las escuelas se están convirtiendo en centros de adoctrinamiento izquierdista que, además, reclaman tener más poder sobre los niños que los propios padres. Con la excusa de saber mejor que sus padres cómo educarlos, poco a poco han ido desterrando de la educación a los progenitores.
El Estado quiere reemplazar a la familia
La familia es una red de apoyo ante las dificultades de la vida. Son los familiares los que están atentos si ocurre una enfermedad. Es la familia la que la te sostiene cuando hay un problema económico. Es la familia la fuerza en los momentos de tristeza. Pero la izquierda quiere al individuo aislado, sin esa red de apoyo, para que sean los políticos, en lugar de la familia, quienes den esa seguridad que necesita cada ser humano.
Es mucho más fácil para un socialista ser elegido si el discurso asistencialista va dirigido a personas solitarias. El Estado te dará salud si te enfermas, no necesitas familia; la educación la garantizará el Estado, no necesitas depender de tus padres; si eres anciano, el gobierno te dará pensión y casas de cuidado, no es necesario tener hijos que te cuiden. Todas estas ofertas son infinitamente más tentadoras para alguien que no tiene familia. Los que tienen esa red de apoyo no las necesitan y van a preferir siempre ser cuidados por sus seres queridos que por el Estado, que nunca cumple y cuando lo hace es defectuoso.
Por eso, desde la izquierda se promueve una supuesta liberación sexual donde se les plantea a las mujeres que tener hijos y un matrimonio estable es siempre sinónimo de dificultades y de dejar a un lado sus sueños. Quieren al individuo abandonado y débil para que el Estado sustituya esa familia que todo ser humano necesita. Necesitan a la gente sola para que sus discursos asistencialistas tengan mayor éxito.
La familia es una barrera contra ideas equivocadas
En la Unión Soviética, como en muchos otros regímenes comunistas, se daba trato de héroe a quien denunciara a un familiar por “traición a la patria”, que no era más que ir en contravía de los tiranuelos en el poder. Se daban premios a niños que denunciaban a sus padres por ir en contra del régimen y se promovía la denuncia de familiares y amigos. La familia es un lugar de absoluta confianza, donde incluso situaciones extremas como el establecimiento de una dictadura pueden ser aisladas. Lo que no se puede expresar en otro lugar se puede hacer en familia. Eso significa un refugio contra ideas totalitarias.
De otro lado, unos padres presentes y atentos a la educación de sus hijos sabrán si sus niños están siendo adoctrinados y actuarán a tiempo para frenar el asunto. Unos padres dedicados a su familia se preocuparán por enseñar a sus hijos valores y asuntos fundamentales de la vida. De modo que una familia fuerte es siempre un muro de contención que los socialistas no pueden soportar. Ellos quieren tener control total de individuo y decidir hasta los aspectos más íntimos de su vida.
La nueva izquierda ha querido reemplazar a Dios por el Estado. No hay que pedirle todo a Dios, sino a los políticos. De la misma manera ha intentado acabar con la familia para convertir al Estado en papá, mamá y la familia completa. Millones de jóvenes han sido engañados por los socialistas y han creído que la familia, en vez de ser un refugio, es un estorbo, un obstáculo que impide ser feliz y libre.
Vendiendo un supuesto paraíso han llevado a muchos a una vida de soledad, de relaciones vacías y desechables, donde la gente no vale y donde el amor ya no tiene lugar. La izquierda, poco a poco, ha arrebatado a millones de personas uno de los aspectos más valiosos de la vida: la familia.
Fuentes:
Por Vanesa Vallejo – elamerican.com: ¿Por qué la izquierda quiere destruir la familia?
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