La Ciencia vendida a los intereses económicos

Por Almudena Zaragoza. Bióloga

“La investigación ha dejado de ser una libre herramienta del pensamiento y ha quedado atrapada en redes más profundas de la sociedad de consumo, que esencialmente invierte en ella para sacar beneficio. Esta situación, obviamente muy propia de la industria privada y de grandes empresas multinacionales, ha entrado de lleno en el ámbito académico y ha relegado a la investigación independiente y no sometida a los factores de poder, a una posición secundaria criticable y «a extinguir». Con esto la investigación científica pierde las necesarias referencias éticas y filosóficas que la han venido configurando como un instrumento creativo muy avanzado del pensamiento y de la sociedad.

En este marco, la misión de la Universidad (y en general de toda institución de investigación científica) ha ido cambiando y ahora se buscan más las aplicaciones de las ciencias, que el progreso de las ciencias básicas” — Juan Carlos Stockert, 1995.

“Los científicos han perdido una gran parte de su capacidad para expresar sus ideas de una forma personal, creativa y libre. El valor de sus aportaciones se juzga en función de su rentabilidad y se premia o sanciona en forma de aceptación o rechazo, no solo mediante difusión de sus resultados (valorados por el «índice de impacto»), sino por el apoyo a sus investigaciones por parte de las poderosas agencias privadas de financiación y de organizaciones farmacéuticas o militares” — Máximo Sandín, 1995.

Estos acertados párrafos del prólogo y el primer capítulo del libro del Dr. en Biología, Máximo Sandín, «Lamarck y los mensajeros, el papel de los virus en la evolución», escrito en 1995, parecen ser muy actuales en base a la situación vivida en el Mundo en estos últimos dos años. La excesiva especialización de la Biología, de tal manera que podemos encontrar un biólogo que sepa de las proteínas de la cadena de las mitocondrias del pez cebra y jamás haber visto uno, ni saber donde vive, es una muy triste realidad. La ausencia de una revisión de los planteamientos de la base de la ciencia que estudia la vida, que estén más acordes con los últimos descubrimientos en genómica y biología molecular, entorpece el avance del conocimiento y facilita a estas empresas farmacéuticas depredadoras la labor de patentar y comercializar con los componentes de la vida.

Un ejemplo claro ha sido la puesta en marcha de un experimento masivo en toda la población mundial: las «terapias génicas». Disfrazadas de vacunas salvadoras de la Humanidad, y con la excusa de combatir a un virus de murciélago y pangolín que saltaba de la naturaleza por el «Cambio Climático», se han inoculado millones de dosis, hasta acabar pinchando a niños y embarazadas. La realidad, más allá de la propaganda, es que estas empresas depredadoras querían poner en marcha aquello en lo que habían invertido tanto dinero, la introducción de un gen dentro del cuerpo de las personas.

Principalmente, se han utilizado dos plataformas: los ADN vectorizados (AstraZeneca y Janssen) y el ARN mensajero envuelto en nanopartículas lipídicas (Pfizer y Moderna). Lo cierto es que estas secuencias, son altamente inmunogénicas y desregulan nuestro transcriptoma. Este hecho, está generando la aparición de numerosas enfermedades autoinmunológicas (de ataque a nuestro propio cuerpo por activación aberrante de múltiples rutas metabólicas). También estamos viendo graves eventos trombóticos y hemorrágicos, por los componentes que acompañan a este gen, entre ellos los lípidos catiónicos ALC 0315 de (Pfizer), SM 102 (Moderna) o por los mismos vectores que trasportan el material genético como es el caso de los adenovirus (Astra Zeneca). Pese a que en la actualidad se conocen cientos de efectos adversos y muertes registradas, ha primado el negocio por encima del valor de las vidas humanas.

El servicio de la «Ciencia» a la producción de armas y medicamentos está tan corrupta y la sociedad tan alineada de la realidad, que nuestra única solución es el conocimiento y la consciencia, para que con ello, dejemos de ser clientes manipulados de estas sucursales de la muerte.

Fuente:

Almudena Zaragoza, en Biólogos por la Verdad: La Ciencia vendida a los intereses económicos. Temas en este artículo: Almudena ZaragozaAstraZenecaBig PharmaBiologíaCienciaCOVID-19Máximo SandínModernaPfizer

Los contenidos publicados son responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Planeta Libre.

Compartir esta publicación

Videos
Posts recientes
Este momento crucial
Vídeo
Newsletter

Suscríbase a nuestro boletín mensual para mantenerse actualizado

Te puede interesar

Declaración Mundial del Clima: más de 1.000 científicos y académicos firman un documento declarando que no hay emergencia climática

Encabezados por un premio Nobel, más de 1.100 científicos y académicos han firmado un documento en el que declaran que la ciencia del clima se basa más en creencias personales y agendas políticas que en una ciencia sólida y rigurosa.
La Declaración Mundial del Clima afirma que la ciencia del clima “debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas”.
“Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales así como los beneficios imaginados de sus medidas políticas”, reza la declaración.

¿Que está pasando en nuestros cielos? La realidad que nos ocultan: el clima como arma de guerra

La manipulación del clima se hace visible estos días con mayor evidencia. Ni un solo rincón de España se escapa a la invasión de aviones fumigadores que trabajan a destajo para tintar de gris el azul de nuestros cielos. Las denuncias al Seprona y en los juzgados se han convertido en algo rutinario. Pero es demasiado tarde. El cambio climático provocado por las élites, con la complicidad de los políticos e instituciones mundiales es ya imparable. El espacio aéreo ya no nos pertenece. Pero esta historia empezó a fraguarse hace muchos años.

La religión climática

Contando con que la gran mayoría de los españoles (y otras nacionalidades) son tan maleables como el latón, era de esperar que nos la colaran con el cuento del clima.
Uno de los fenómenos más notables de la «pandemia» ha sido el apoyo ciego de la mayoría de la población a las medidas abusivas que impusieron los distintos gobiernos en cada uno de los diecisiete reinos de taifas que forman España. Los confinamientos, los cierres perimetrales, las prohibiciones absurdas y los recortes de libertades tuvieron un respaldo masivo. Gran parte de los ciudadanos acataron de forma acrítica todo tipo de estrategias sin importar que cada una fuera más tiránica que la anterior. Consiguieron que la gente dejara de salir de casa, se lavara las manos de forma compulsiva, se pusiera la mascarilla permanentemente y hasta se apartase de su propia familia. Fomentaron tal obsesión, que millones de ciudadanos asumieron normas inverosímiles a cualquier precio, incluso se olvidaron de sus derechos más fundamentales.
Asentaron un precedente tan envenenado, que todos los mecanismos perversos que se aplicaron durante la epidemia continúan dando su fruto en las políticas que el gobierno está adoptando para combatir la imaginaria crisis del clima.
Ya estamos viendo que este asunto no se está abordando de manera racional. No permiten el debate ni la confrontación de ideas. Es fácil silenciar al que discrepa de la versión oficial y no sigue los dogmas de la Agenda 2030.