Pereza congnitiva, quien no piensa es fácil de engañar

Por Rincón de la Psicología

Un bate y una pelota cuestan 1,10 euros en total. Si el bate cuesta 1 euro más que la pelota, ¿cuánto cuesta la pelota?

Esta fue una de las preguntas que psicólogos del Centro Nacional de Investigación Científica en Francia hicieron a 248 estudiantes universitarios. Sin pensarlo mucho, el 79% dijo que el bate costaba 1 euro y la pelota 10 céntimos.

La respuesta es errónea. En realidad, la pelota cuesta 5 céntimos y el bate 1,05 euros. No obstante, la mayoría de las personas se equivoca porque son víctimas de la pereza cognitiva.

¿Qué es la pereza congnitiva?

Pensar es difícil. Nuestro cerebro es una especie de máquina de reconocimiento de patrones. Por eso nos encanta que las cosas encajen en los esquemas mentales que ya tenemos y, cuando no lo hacen, intentamos de todas maneras que se ajusten a nuestras formas de pensar preestablecidas.

Pocas veces nos tomamos el tiempo necesario o destinamos la energía mental suficiente a construir nuevos patrones que puedan explicar los hechos y fenómenos que no encajan en nuestra visión del mundo.

Lo más habitual es que obviemos la lógica y apliquemos una heurística “perezosa”. Los heurísticos son estrategias que utilizamos para acelerar el procesamiento de la información y encontrar una respuesta adecuada. Son caminos mentales para llegar a soluciones o explicaciones rápidamente.

Obviamente, los heurísticos nos ahorran una cantidad de energía mental enorme. Pero si confiamos demasiado en ellos, sin modificarlos, podemos caer en un estado de estancamiento mental, lo que conocemos como “pereza cognitiva”. Esa pereza cognitiva se agudiza aún más cuando nos enfrentamos a situaciones complejas que no tienen una respuesta obvia o sencilla.

La pereza cognitiva, tumba de la creatividad

Pensar es difícil. Nuestro cerebro es una especie de máquina de reconocimiento de patrones. Por eso nos encanta que las cosas encajen en los esquemas mentales que ya tenemos y, cuando no lo hacen, intentamos de todas maneras que se ajusten a nuestras formas de pensar preestablecidas.

Pocas veces nos tomamos el tiempo necesario o destinamos la energía mental suficiente a construir nuevos patrones que puedan explicar los hechos y fenómenos que no encajan en nuestra visión del mundo.

Lo más habitual es que obviemos la lógica y apliquemos una heurística “perezosa”. Los heurísticos son estrategias que utilizamos para acelerar el procesamiento de la información y encontrar una respuesta adecuada. Son caminos mentales para llegar a soluciones o explicaciones rápidamente.

Obviamente, los heurísticos nos ahorran una cantidad de energía mental enorme. Pero si confiamos demasiado en ellos, sin modificarlos, podemos caer en un estado de estancamiento mental, lo que conocemos como “pereza cognitiva”. Esa pereza cognitiva se agudiza aún más cuando nos enfrentamos a situaciones complejas que no tienen una respuesta obvia o sencilla.

Quienes no piensan son más fáciles de engañar

La pereza cognitiva no solo juega en contra de la creatividad, también puede convertirnos en personas más sugestionables y manipulables. La tendencia a seguir los patrones mentales existentes nos lleva a dar por buenas ciertas creencias o informaciones sin cuestionarlas.

En 2019, un grupo de investigadores de la Universidad de Yale pidió a 3.446 personas que calificaran la precisión de una serie de titulares de noticias publicadas a través de Facebook. Los resultados fueron sorprendentes.

Descubrieron que en realidad no tenemos muchas más probabilidades de creer en una noticia falsa cuando se alinea con nuestra visión del mundo, sino que se trata más bien de pereza cognitiva. El autoengaño o el razonamiento motivado son tan solo una parte de la explicación al fenómeno de las noticias falsas, la otra es que nos comportamos como avaros cognitivos.

Estos investigadores comprobaron que las personas que tienen un pensamiento más analítico tienen una capacidad más aguzada para deslindar la verdad de la mentira, incluso si el contenido de las noticias falsas se ajusta a sus concepciones y percepción del mundo.

Eso significa que, en vez de evaluar críticamente la información que consumimos, recurrimos a otros heurísticos, como la credibilidad de la fuente, el estatus del autor o la familiaridad con cierta información, lo cual nos impide determinar su grado de precisión y nos convierte en personas más propensas a creer en falsedades o estereotipos.

El pensamiento reversible como antídoto a la pereza cognitiva

Todos tenemos una capacidad limitada para procesar información, por lo que tomamos atajos mentales cada vez que podemos. No hay que avergonzarse por ello. Los estereotipos son un ejemplo de esos atajos mentales. Se trata de una simplificación de situaciones complejas que nos ayuda a afrontarlas con un modelo sencillo en el que encajamos la riqueza de las personas y el mundo. La buena noticia es que ser conscientes de que todos sufrimos pereza cognitiva nos ayuda a combatirla.

Para ello, debemos partir del hecho de que no todo siempre encaja en nuestros patrones mentales. De hecho, es bueno que las cosas no encajen porque esa discrepancia es lo que nos permite abrir la mente y expandir nuestra cosmovisión.

Cuando nos encontramos ante un hecho, fenómeno o idea que se desvía de nuestra forma de pensar tenemos dos opciones: intentar encajarlo a como dé lugar o aceptar que nuestros patrones mentales no son suficientes para explicar lo que está ocurriendo o buscar una solución.

El pensamiento reversible, entendido como la capacidad para razonar sobre las cosas en diferentes direcciones, es el mejor antídoto contra la pereza cognitiva. Para aplicarlo necesitamos desarrollar la capacidad de ver las cosas desde nuestra perspectiva habitual, pero también desde la perspectiva opuesta. Así logramos abarcar los opuestos y las opciones intermedias. En práctica, necesitamos contemplar una posibilidad, pero también su contrario.

Es importante recordar que para caer en la pereza cognitiva todo lo que necesitamos es una pequeña señal que nos indique que tenemos razón o que reafirme nuestro pensamiento. Es más fácil creer que pensar. Sin embargo, el pensamiento reversible nos anima a prestar atención en la dirección opuesta y tomar nota de esas pistas que nos indican que podríamos equivocarnos, señales que nos indican que podrían existir fisuras en nuestros heurísticos y patrones mentales.

Entonces necesitamos dejar de lado los juicios, reinterpretar los hechos, aceptarlos y hacer los cambios que sean necesarios para ampliar nuestras concepciones y formas de pensar. Eso nos ayudará a desarrollar una perspectiva más rica del mundo y mantener la mente abierta.

Fuentes:

Por Rincón de la Psicología: Pereza cognitiva, quien no piensa es fácil de engañar.

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